Ni el peor de los días tiene más de veinticuatro horas.

martes, 24 de enero de 2012

Son días raros. Días especiales quizás.  El sol brilla de tal forma, que por un día el tren no me vuelve nostálgica. Supongo que al final solo se trata de vivir con ganas. Y , otra cosa no, pero ganas, me sobran. Todo eso de que estoy viviendo un sueño y de que soy feliz tal y como estoy, con lo que hago, puede sonar muy cursi, pero es cierto. Por momentos, el sol no brilla más en otra parte, brilla aquí y ahora. Entra por la ventana del tren y me da en toda la cara. Lo veo. El cielo más azul que nunca, y la hierba más verde que cualquier otro día. No cambiaría esta sensación por nada del mundo.

No hay comentarios: