Ni el peor de los días tiene más de veinticuatro horas.

viernes, 10 de junio de 2011

Después de siete exámenes en dos días. De reír a carcajadas y de gritar como una histérica. Después de revolver apuntes durante horas creyendo que estaba repasando y lo único que estaba haciendo era ponerme más nerviosa. Después de maldecir a quien quiera que sea que haya puesto el examen de matemáticas. Después de salir con una sonrisa de oreja a oreja del examen de gallego.  De querer darme cabezazos contra la pared por los errores tontos en química. Después de alegrarme como nunca en mi vida por ver un examen de Descartes. De animar a mis amigos y de recibir un abrazo de animo de ellos cuando más lo necesitaba. Después de decir que no quería que llegara nunca y contradecirme diciendo que quería que acabara ya. 
Después de todo no puedo evitar llorar como una tonta. No se si es alegría, liberación, o preocupación por los resultados. Solo se que mi futuro, o al menos los 4 próximos años de mi vida están en manos de un corrector.
La suerte está echada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Será lo que tiene que ser. Nada más. Pase lo que pase, bueno será. Porque aunque salga algo que te decepcione y entristezca, no hay mal que por bien no venga. Y de lo contrario, que es lo más probable que suceda, como buenas notas que tendrás; alegría y felicidad sin más que esperar. ;)
Abracines. :)